Hoy es viernes. Un día más en mi tranquila vida. Y un día menos. Al fin y al cabo, me paso toda la semana esperando este día. Sabiendo, por la propia experiencia que el fin de semana dura un soplo. Pero algo es algo. Alguien dijo que el trabajo es salud. Y seguramente es verdad, salud mental, porque te permite vivir y en muchos casos, no te permite pensar. Pero a veces me gustaría haber explorado otros caminos. Habérmela jugado en alguna esquina y haber probado cosas diferentes. ¿Debo estar orgullosa de ser una ciudadana sin tacha (?), cumplidora incluso con hacienda? O debo sentirme triste por haber llegado a los 50 años sin que pueda contar historias a mis nietos: primero porque no los tengo (ni hijos) y segundo porque mis historias deberían ser inventadas. Nunca he vivido aventuras dignas de narrarse. Solo pequeñas anécdotas que ya ni recuerdo. Me siento joven aún, pero de alguna manera noto que se me acaba el tiempo de las pruebas y los riesgos. Y soy cobarde, muy cobarde para salir a ese campo de fieras que es el mundo, en el que los predadores son los seres humanos.
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