jueves, 25 de octubre de 2007

Que poco contamos

Hoy me he levantado con ganas de trabajar. He ido con más ganas que otros días. Tenía un trabajo interesante que hacer. Pero según transcurría el día todo se ha enrarecido. Se perfectamente que no soy nada para mis jefes. Ni como persona, ni como trabajadora. Otras veces, creo que lo he comentado, somos facilmente sustituibles. No se nos valora, y sin embargo se les llena la boca de "lo bien que estamos", "cuanto ganamos"... siendo, como somos, nada. El ambiente en el trabajo esta mal, ni siquiera estamos enfadados, estamos resignados, en el exilio que nos impusieron, no ya por el sitio, sino por la forma en que nos hicieron trasladarnos durante las obras de la sede. No nos facilitaron información entonces, ni lo hacen ahora. Todo lo que sabemos son rumores. Y los empleados antiguos, gente que llevamos aquí 20, 30 o 40 años, somos menospreciados. Las promociones son solo para los nuevos, gente "muy formada". Pero todo son paripés. Ellos lo saben y nosotros lo sabemos, y todos disimulamos. Al fin y al cabo estamos ahí ganándonos la vida. Muchos seguimos pagando hipotecas, o tenemos otras deudas, y sobre todo tenemos que vivir. Pero la oficina se ha convertido en un lugar apagado, sin alegría. Casi sin esperanza. Hay rumores de listas negras y blancas, de recesión económica, de medidas drásticas. Hay amenazas de crisis futuras. Hay indiferencia y como he dicho, lo peor, resignación. La mayoría hemos decidido pasar. Han conseguido cambiar mi forma de ser: imaginativa, con iniciativa, activa, iva, iva, iva... y ahora pasiva. Bueno mañana es viernes, esa parece ser la solución. Al menos, hasta el próximo lunes.

Me tienes en un sin vivir

Alejandro, por Dios, no puedo más. Estoy sufriendo contigo cada día. Yo que te conozco hace tan poco, pero tanto he averiguado, yo que he retrocedido hasta tu niñez desde hace solo unos meses, me encuentro con que has cambiado totalmente. Tu música ha dejado de ser poderosa, y aunque cantas de maravilla, siempre, tu canciones no me estremecen. El disco que menos oigo es el último. Pero eso es coyuntural. Tampoco me gusta tu nueva imagen. Eres un hombre y ese ha sido siempre tu atractivo. Estás más guapo con el pelo largo, canas, arrugas y media barba. Estas más guapo descuidado, natural. Y eres muy guapo, hermoso dicen tus fans. Tampoco tu sonrisa es la de antes y dicen las entendidas que tus ojos han perdido la alegría. En fin, que me digo que ahora que me gustas a mi, que te he descubierto, has cambiado, has vuelto tus ojos, como tu dices, a otros mercados, a otras/os entusiastas adoradores. Pero ya te lo he dicho otras veces. ¿Merece la pena? Sabes que te perdonamos todo, pero regresa por favor. Tu tienes que ser ese hombre maravilloso que nos hace soñar en el escenario con antiguos caballeros, mujeres hermosas, domingos de misas y paseos, flores y un amor intenso, incondicional, desesperado. Noches de pasión y días de ternura. Cuentos con final feliz. Y también ese hombre que nos produce curiosidad y nos derrite cuando se muestra tímido en las entrevistas, o juguetón con sus hijos. En fin Alejandro, tu verás, mañana te marchas, pero yo me voy contigo, tengo la suerte de poder ir contigo a donde quiera, de poder viajar y asistir a todos tus conciertos aunque no me mueva de Madrid. La imaginación e internet son un complemento excelente para los sueños. Pero por favor, si no en todo lo que te he dicho, al menos reflexiona sobre tu peluquero. Acuerdate De Sansón.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Los conductos reglamentarios

Hoy he descubierto que los conductos reglamentarios son aleatorios. Por ejemplo, un conducto reglamentario para mi puede no ser igual que para otros. Es posible que no sea objetiva, según me dice un conducto reglamentario cuando se lo hago ver. Porque en mi empresa, los conductos reglamentarios tienen nombre y apellidos, orejas y boca y categoría laboral, en muchos casos recientemente elevada. Y no solo eso, porque los conductos reglamentarios funcionan de ida y vuelta, es decir, que son conductores de información. Podrían llamarse centro informativo de la dirección. O centro de difusión de rumores para el personal.
Bueno, que es miércoles y hoy juega el Madrid, así que vamos a dejarnos de ironías. Esto, al fin y al cabo es cosa de siempre. Así que me he puesto de buen humor y he trabajado bastante hasta media mañana, momento en que he bajado a visitar a una compañera para intercambiar impresiones. Hay que estar al día. La información es poder. Nosotras mantenemos una pequeña red de confidencias, al fin y al cabo nos enteramos de todo, aunque nunca por conductos reglamentarios. Existen varios requisitos para pertenecer a esta red:
- Estar atentas y observar las reuniones y migraciones.
- Ser malpensadas.
- Oír. Oír es fácil en esta oficina sin intimidad, dicen que moderna.
- Ser malpensadas.
- Ver quién sale, sube, entra, baja...
- Ser malpensadas.
- Las diversas audiencia de la gerencia
- Ser malpensadas
- Observar los besos y tocamientos matutinos
- Ser malpensadas
Y luego un poco de sal y ligar los ingredientes.
Algunos se maravillan de nuestra capacidad de elucubración. Pero somos mujeres, y por tanto superiores neuronalmente. Digo naturalmente.

Has vuelto

Hoy el viento ha susurrado en mis oídos: ha venido. Y he corrido a buscarte emocionada. Te he encontrado en el pasillo y he mirado tus ojos. A ti todo entero, pero sobre todo tus ojos. Y en ellos he visto la tristeza más absoluta. He sentido las lágrimas brotar de mis ojos y de tus ojos han brotado más. Al fin has dado un paso y me has abrazado.
- Tanto tiempo, tanto.
El viento susurra ahora en mi oído con tu voz.
- Te he extrañado, no se como he podido pasar sin ti todo este infierno, aunque tu siempre estabas conmigo. Por las mañanas cuando el sol del desierto quemaba mi piel a través de la ropa, tu estabas conmigo, cuando comía más arena que arroz, sentado bajo la sombra de una sábana requemada de tanta exposición, estabas sentada a mi lado. Y por las noches, cuando llegaba lo peor del día, el ruido de las bombas, los disparos, las lejanas metrallas, las coloridas llamas, las explosiones y los lamentos de los hombres, mujeres y niños, tu estabas allí, abrazándome, protegiendo mi cuerpo, pero también mi alma. Porque las almas se perdían en aquel destrozado paraíso. Morían los cuerpos, pero las almas habían muerto hacía mucho tiempo.
- Hoy has vuelto, estás a salvo.
- Si, he vuelto, pero traigo conmigo tanto miedo, tanta sangre, tantas imágenes que no podré olvidar.
- Pero yo estaba contigo, te he dado fuerza para aguantar.
- No, porque odiaba cada momento en que estabas allí, en mi memoria, en mi imaginación, en mi cama. Odiaba que sintieras lo que yo sentía, que vieras las cortinas de sangre, los rios de desesperación de esa gente, la igualdad de los muertos y los vivos, la miseria, la sed y el hambre, los partos desahuciados, las lágrimas secas.
Le he abrazado más fuerte y hemos seguido llorando un buen rato. Al fin ha levantado su rostro y me ha vuelto a mirar. Sus ojos seguían apagados, pero una sonrisa ha asomado a su boca hermosa.
- No hablemos, acompáñame a casa y déjame bañarme en agua limpia. Después acuestate conmigo sobre nuestra cama y déjame abrazarte. Me fundiré contigo para recordar que en este mundo, en este lado del mundo, las cosas son mejores. Que puedo besarte cuando quiera. Y que la calle está limpia de cadáveres. Que los niños aquí no son soldados.
Me da miedo verle así. Ha vuelto pero no se cuanto de el se quedó lejos, en aquel paraiso destrozado, cubierto de tiendas ancladas sobre el árido suelo. No se cuanto durará su sed. O cuando podré saciar su hambre. No se cuando dormirá sin soñar que está allí, aún, bajo el cielo encendido. No se cuando creerá de nuevo que está vivo, aunque su alma se murió mil veces. Tanto tiempo, tanto, y ha vuelto y no lo ha hecho.
- ¿Cuanto de ti se ha quedado en aquel lugar maldito?, ¿cuanto del hombre que fuiste no ha vuelto?. Esboza de nuevo una sonrisa, por favor, la necesito para llegar a casa y abrazarte. Amarte tendidos en la cama para irte quitando capa a capa todo el dolor que has traido de equipaje.

lunes, 22 de octubre de 2007

Aleluya

Aleluya, hoy viene Alejandro a España. Para lo que me vale lo mismo me da que esté en la conchinchina. Pero me reconforta saber que está más cerca, localizado. Que le veré en la tele y sufriré cuando le hagan esas entrevistas "tan ingeniosas" que ahora hacen y en las que el entrevistado solo debe quedar como un idiota. No busques Alejandro contestaciones originales, que tu no tienes facilidad de palabra y te liarán. Tu muéstrate tan hermoso como eres, tan sencillo y simpático. Y no trates de entender porque, simplemente, no te preguntan lo que quieran saber sin circunloquios. Claro que tendrás que aguantar todos los tópicos. Te preguntarán por tu fama de Don Juan, por tus cinco hijos, por tus mujeres. Por tu enfermedad y tus accidentes. Te preguntarán lo mismo de siempre. Tal vez incluso de tu última incursión charrera. ¿Y el próximo disco, será de baladas o rancheras? y a lo peor rescatarán tu caída. En fin, sufriré por ti, porque yo se que eres un tímido que lo pasa fatal, pero que luchas y no tienes demasiados complejos, porque sabes lo que vales, y la cantidad de gente que te quiere en la distancia. Aunque tu mismo no entiendes por que. Bueno, a lo que iba, que estás bajo el mismo cielo que yo, ahora si, cerquita. Hoy en Barcelona, pero mañana vienes a Madrid. No se si intentar enterarme de donde te alojarás y dar una vuelta por allí. Me daría vergüenza que alguien supiera que me muero por verte. Pero claro, mis sueños no se limitan a verte salir de un hotel. Tu no me sirves para tan poco. Además vendrás con tu joven novia. Ya he visto que ha crecido de su parte de delante, como diría Andrés Calamaro. Supongo que será un regalo tuyo. Que lo disfrutes.

Mal de muchos...

Todo sigue igual, esto es una sucesión de días sin fin. Otra vez lunes. No puedo más. Hoy me encontraba mal, me dolía todo el cuerpo y la cabeza. No he dormido en toda la noche. Pero hay que cumplir. El trabajo es lo más importante, más que la vida. Cada día lo soporto peor. Voy a tener que hacer hipnosis o algo así, para venir sin planteármelo. Tengo que estar aquí 8,5 horas cada día. Pues ya está. Otros están peor. Mal de muchos consuelo de tontos.

viernes, 19 de octubre de 2007

Hoy he soñado

Hoy he tenido un sueño, como siempre supongo, pero hoy me he acordado de mucho. Es curioso porque nada era lo que parecía. En el sueño tenía una gata que era exacta a como es mi perra, blanca, esponjosa y preciosa. Era más pequeña y era gata. Pero también tenía un perro al que no llegué a ver. Tenía dos coches, mi viejo passat que jubilé hace unos nueve años, y otros que no he llegado a ver. Mi padre no parecía estar en el sueño, pero yo le preguntaba a mi madre si podría conducir, como si lo hubiera hecho alguna vez hace mucho tiempo. Y mi madre nunca ha conducido. Luego aparecía mi hermano, un poco tarde, pero para salvar la situación ya que teníamos que llevarnos dos coches y solo uno de nosotros, yo, conducía. Estábamos en una especie de polígono industrial poblado de tiendas. Eran los 8,30 h. de la mañana y todo estaba abierto. Yo estaba preocupada por mi trabajo, pero tenía horario flexible de 8,30 a 9,30, cuando en realidad es de 7,30 a 8,30. En ese polígono teníamos un casa con jardín, un poco abandonada, pero buena, allí si estaba mi padre, no se si le llegue a ver, pero se que estaba. Cuando íbamos a salir he dejado de soñar. Y a todo esto sin poder entrar en las tiendas del polígono, muchas de ellas de bolsos, mi perdición.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Vaya dia

Estoy cansada, harta, desesperada. Los minutos no pasan, aunque ya son las 3 y 11. Me quedan pocos minutos. En un ratito Yolanda pasará a buscarme, recogeré y saldré por fin a la calle, a la luz del día, al aire fresco. Todavía tardaré una media hora en llegar a casa entre conductores con prisas y maniobras irresponsables (mías también). Mañana jueves, por fin comenzamos a ver la luz. Esta semana ha sido muy dura, quizás porque la pasada tuvo fiesta el viernes. Hemos tardado tres días en recuperarnos del fin de semana. Todos arrastramos los pies por los pasillos. El lunes, probablemente, faltó bastante gente. Yo llevo toda la semana con lo mismo. Desde que el lunes mi jefe me dio un pequeño palo para motivarme. Que bueno, como se preocupa por mi. Así da gusto. Menos mal que ya soy perra vieja en esto (y en muchas otras cosas) y no me altero. Yo sigo mi ritmo. Trabajo, pero han conseguido poco a poco lo impensable: ya no tengo ideas. Antes era una máquina, capaz de llevarme a casa el trabajo en la cabeza y pensar en mejoras, cambios. Pero el tiempo y la falta de consideración (no general, pero si importante y sobre todo decisoria) han motivado que mi actitud cambie. Se mucho, y trabajo bien, pero ahora no tengo ganas. No se merecen, probablemente ningún jefe se lo merezca, que te dejes la piel en el trabajo. Nunca serás correspondido. Eres una pieza facilmente sustituible. Aquí la gente que se jubila no vuelve. Ni la que se va voluntariamente. Por algo será.

martes, 16 de octubre de 2007

Canta solo para mi

Hoy he venido con Alejandro. El y yo solos en el coche. Eran las 7,15 y el me cantaba al oído "Y yo no se olvidar, como lo hiciste tu" como si yo hubiera podido olvidarle de haberle tenido. La mañana es templada, pero aún es totalmente de noche. Mi coche parece un recinto romántico y solitario, rodeado por otros muchos coches. Conductores con cara de sueño, bostezando, pasajeros de un camino sin final feliz. Pero no me importa si el camino es largo. Al fin y al cabo yo voy susurrando canciones con el. Cuando me paro en un semáforo bajo un poco el volumen. Es mi secreto. No quiero que nadie oiga lo que me dice. "Ahora llevo todo mi Amor a tu Amor atado". Ya se que es muy temprano para el amor, pero hay que aprovechar los huecos que te proporciona la circulación. Sino, ¿que haría?: maquillarme, ahondar en mi nariz, dormir en los semáforos... Aunque sea tan temprano mi corazón está despierto. Y mis sueños siempre van conmigo donde quiera que voy. Canta Alejandro, solo para mi en esta mañana que parece levantarse nublada. Canta solo para mi en esta mañana madrileña gris. Cuando llegue a mi destino me olvidaré de ti, probablemente hasta la hora de volver a casa. Entonces me montaré en mi coche, arrancaré y te pediré de nuevo que cantes solo para mi.

lunes, 15 de octubre de 2007

Fiesta nacional

El día 12 de octubre se celebró la Fiesta Nacional. Fiesta de militares y curas, de reyes y políticos. No es mi fiesta. Primero porque no deseo una fiesta nacional en la que se encumbren símbolos patrios que huelen a rancio. No quiero banderas ni fronteras, ni toros de osborne ni águilas. No quiero oro y gualda. Lo único bueno del desfile fue la cabra, festejada por mi como la más coherente de un pasacalles que ensalzó el buen rollo, con aviones que dibujaban estelas en el cielo, legionarios con el pecho al aire y ceñidos calzones, soldaditos españoles (pocos españoles) de un ejercito de opereta. No hubo sangre, ni lágrimas. Unos cuantos agitaban sus banderas, regalo del PP del caudillo Rajoy, al ritmo de la música. Pero como dijo Brassens "Cuando la fiesta nacional yo me quedo en la cama igual, que la música militar nunca me supo levantar". Yo me quedé en casa. Un día insulso. El día del Pilar. El día de la Hispanidad. ¡Que día! También se conmemora la "conquista" de América. Un hecho que se debería acallar, para que no nos remuerdan las conciencias. Hay mucho que pagar. Matamos, robamos, usurpamos... sin medida, en nombre de Dios y de la Patria España, con el beneplácito de los reyes -siempre en nombre de lo mismo, siempre los mismos- fuimos el azote de los indígenas, su plaga de muerte. En fin, que el día de la fiesta nacional fue un día aciago, con el color caqui de la mierda tiñendo la desaprovechada mañana madrileña. No estaba sola, pero los que gritaban no eran de los mios. Los que agitaban las banderas y los que desfilaban tampoco lo eran. Es dificil ir contra la corriente: "En el mundo pues no hay mayor pecado, que el de no seguir al abanderado".

miércoles, 10 de octubre de 2007

La puerta

Hoy he perdido las ganas de soñar. He pasado por encima de las cosas triviales y he llegado a la puerta. Y cuando he abierto me he encontrado con cientos de muertos, amontonados sobre el suelo desnudo, salvo por la alfombra de sangre coagulada. Todos tenían los ojos abiertos, habían muerto mirando, viendo el último día de su vida, mirando el cañón de una pistola, los ojos de su verdugo, el estallido brillante de una bomba justo antes de matarles, el estruendo del sonido que deja el silencio total, el polvo y la metralla peleando en el aire, los miembros amputados, los cuerpos desnudos.
Cada día abro la puerta y me los encuentro. Son de todas partes, asociados del club de las víctimas inocentes, un club que se extiende por todo el mundo y que no cobra cuotas. Tampoco es exclusivo: cabemos todos.
Siempre habrá formas de morir, fáciles, sangrientas, baratas. Como a marionetas nos cortarán la cuerda que nos sujeta y caeremos sin forma sobre el húmedo suelo cubierto de las lágrimas derramadas por los supervivientes, los que sabemos que seremos los muertos de mañana.

La paella

Son las 14:43 h. y huele a paella en mi oficina. Ahora no me quiero bajar del mundo, quiero subirme en la paella. Son los jefes, que celebran (la palabra les va al pelo) las juntas en la oficina y comen aquí para no perder el tiempo. Son comidas de trabajo, pero para los que estamos trabajando y no comemos son ratos penosos, sobre todo a estas horas en que el estómago es totalmente autónomo. En fin, es la lucha de cada día, de la que tanto hablo, pero con azafrán y pollo. Y con granos de arroz por todas partes. Mañana aún habrá algunos en la moqueta y en las rendijas de los sillones de la sala de juntas. Y oleremos a paella durante varios días. Los conductos del aire acondicionado repartirán por toda la planta los efluvios del arroz y lo revolverán una y otra vez por esta moderna oficina que no tiene ventilación. El mundo sin ventanas. Bueno, me voy, que me llaman que hay paella de sobra. Siempre sale el sol.

martes, 9 de octubre de 2007

Pechos

Me siento un poco retrógrada. En mi juventud, las imperfecciones de la naturaleza se aceptaban como tal. Cada una era como era y ya estaba. Una nariz puntiaguda o grande era ignorada o valorada como parte intrínseca de la personalidad, mientras unos labios gruesos eran admirados. Los pechos eran simplemente pechos, no parte de una imagen estereotipada. Ni siquiera estaban de moda los grandes, tenían que caber, decían los chicos, en la palma de la mano.
Todo era cuestión de suerte. De la lotería de la madre naturaleza. Si salías alta y delgada, estupendo. Sino, ajo y agua. De todas formas, nosotras no queríamos ser modelos, ni siquiera azafatas. Nuestros sueños eran universitarios. Nuestro hombre ideal era el Che, del que supimos cuando ya había muerto (cuantos dormitorios habrán adornado la foto de Korda). Nos moríamos por Serrat y cantábamos en catalán con Lluis Llach o Raymon, simplemente porque no se podía. Y apoyábamos las luchas libertarias de sudamérica. Todas fuimos chilenas llorando la muerte de Allende o Victor Jara y todas fuimos hijas de las madres de la Plaza de Mayo.
Como han cambiado los tiempos. Ahora la gente se opera de todo, hasta de ideología, que puede que haga michelines. Y yo me refugio en aquellos maravillosos tiempos en los que la juventud era mia.

lunes, 8 de octubre de 2007

Zoo

El sonido sepulcral es la ausencia de sonido. Debe serlo, pero conlleva tensión emocional, dolor, ráfagas de viento susurrando y algún lejano lamento, tal vez algún perro aullando en la lejanía.
Muchas tardes, sobre las 7 acudo al zoo de Madrid, donde la hierba cuidada y el ambiente tranquilo me gustan para pasear un rato a mi perra. Es una zona de la Casa de Campo que mantienen limpia y que tiene acceso en coche. Muchas otras personas: corredores, paseantes o simplemente gente que va un rato a respirar aire puro acuden también. Y de vez en cuando, en zonas concretas buscadores de sexo que se ocultan más que mostrarse. Son discretos, conducen despacio por el aparcamiento buscando un cuerpo afín. Es sexo entre almas perdidas, no hay negocio.
Pero todo es una ilusión. Estamos en el aparcamiento, césped y enormes pinos piñoneros poblados de loros verde brillante salidos del comercio clandestino y de ardillas juguetonas. Es el paraíso, y si embargo es el aparcamiento de la cárcel.
Pero es peor aún, porque es una cárcel abierta al público, un escaparate de miserias y vidas esclavas, donde los de fuera sonríen y gritan admirados y los de dentro lloran en silencio sin saber porque. La libertad que muchos no han conocido nunca es una palabra ajena, un simple sonido sin significado.
Los cuidadores disimulan las vayas de protección, los fosos que separan a los inocentes de sus verdugos. Nadan en una piscina que simula un lago, recorren una y otra vez sus 10 metros de territorio o se mantienen colgados de un árbol. Y nos miran con ojos que yo veo perplejos. ¿Quienes son esos seres que nos miran con detenimiento, esos pequeños que nos señalan con sus dedos y esos tarugos que nos tiran pipas y cacahuetes?.
Esto es una fiesta, hay dos nuevos presos. Dos pandas venidos de China. Y las colas se hacen interminables. Hasta la familia real ha ido a verlos. Pobres. Cadena perpetua o muerte. Ya han sido condenados. Y mientras tendrán que aguantar los oh! admirados de los paseantes, los miles de flases, la captura de sus imágenes que como algún brujo diría, les captura el alma.
Es uno de los recintos mas tristes del mundo. Solo lo puedo comparar con instituciones psiquiátricas, antiguos orfanatos o cárceles. Reclusión por la mañana, por la tarde. Reclusión hoy y mañana. Y la única salida es terminar de una vez, no hay salvación para estas pobres y apagadas figuras. Los hombres llevan a sus hijos a ver a estas criaturas. Es bueno para ellos, así aprenden. Pero que aprenden, que el tigre blanco está detrás de una rejas y que de vez en cuando ruge, o que las jirafas solo mastican las hojas de sus árboles, o que el orangután tiene una mirada humana, que parece despreciarnos detrás de sus cristales. Aprendemos que las serpientes están en urnas y comen ratoncillos blancos, o que los delfines hacen monerías. Aprendemos que la vida se puede encerrar entre cuatro paredes y nadie pone el grito en el cielo. Aprendemos que los bosques se queman y las selvas se desbastan y que los habitantes de los territorios lejanos ya no están lejos, están aquí, en el Parque de Atracciones.
Os acordaréis del negro de Buñolas, un hombre disecado expuesto durante años en el museo de ciencias naturales. Un día alguien se dio cuenta de que eso era irracional, inhumano, que atentaba contra los derechos del hombre, contra su dignidad. Bueno, estoy segura que dentro de unos años alguien se dará cuenta de la tristeza que hay en los zoos, de la poca dignidad que les dejan a sus animales fuera de su entorno, expuestos a las miradas descaradas de los humanos, alimentados y cuidados como si fueran incapaces de sobrevivir sin la mano del hombre, cuando es el hombre el que con su mano les encierra y les expone. Probablemente algún día todo esto será historia.

sábado, 6 de octubre de 2007

Un novio cubano

Me ha contado una amiga que tiene un nuevo novio. Se llama Adán y es cubano. Negro dorado, con el pelo negro ensortijado y una sonrisa blanca que siempre asoma en su boca. Por lo visto la tiene en la gloria. Que envidia. Siempre ha sido muy ligona. Pero ahora tiene 36 años y dice que no está para perder el tiempo. Le gustaría tener una relación seria y tener hijos, pero el destino es ajeno y todo lo que encuentra son planes sin futuro. Y puestos así, ha decidido coger a manos llenas este amor cubano, que le dará, al menos, un tiempo de felicidad, alegría al cuerpo y ejercicio sano. Mucha salsa y merengue. Salidas nocturnas y daykiris. Tal vez no pueda tener exactamente lo que quiere, pero lo que tiene es lo mejor de su vida.

No se llevó nada

Hoy me he levantado por el lado izquierdo de la cama. No había nadie a mi lado y he preferido rozarme con las sábanas que aún tienen su olor y bajar por su lado. Sus zapatillas estaban debajo de la cama y me las he puesto. He entrado en el baño y he usado su cepillo de dientes. Ni tan siquiera eso se llevó. Se llevó mi vida, pero dejó su ropa, sus libros. Se llevó mi risa, pero dejó su cepillo de dientes y las maquinillas de afeitar. No se donde está. Me llamó desde el móvil y me dijo que se iba, que no aguantaba más. Luego le llamé y le llamé, pero el móvil estaba muerto. No se que ha pasado. La vida nos iba como a todos, unas veces bien y otras peor. Pero los días transcurrían tranquilos y las noches eran un remanso. Abrigada con su calor, dormía como si estuviera en paz. Sus brazos me servían de almohada y su pecho era el muro dorado que atemperaba el tiempo de la madurez. Era una niña amando. Pero se fue. No se donde estará y aunque mis ojos observan desesperadamente cuanto rostro se cruza en mi camino, nunca es el. Nunca asoma su frente sobre los caminantes. Nunca veo esos ojos marrones que un día brillaron de amor y dulzura solo por mirarme. No me di cuenta quizá, ahora lo pienso y sus ojos se apagaron hace mucho tiempo. Era yo la que abrazaba en las noches frías, pero sus manos no frotaban mi espalda. Sus besos no alcanzaban mi boca. Tal vez, si, ahora recuerdo, perdió hace mucho su sonrisa, ese hoyuelo que aligeraba mis prisas no se marcaba en sus mejillas. Le perdí sin darme cuenta y no se llevó nada.

viernes, 5 de octubre de 2007

Que digan misa

Es curioso como le quiero. Como una adolescente ilusionada, capaz de saltarme todas las barreras solo para besarle. Es mas joven y más hermoso que yo. Con una sonrisa que ocupa todo mi horizonte. Y unos ojos redondos como platos donde proyecto mi presente. Hoy vuelvo a soñar con sueños imposibles, con locuras de amor. Camino ligera y me miro en los escaparates. El me espera. Da igual lo que piensen los demás: que digan misa.

Las palabras

Me gusta la libertad que dan las palabras, las frases. La libertad de convinarlas y expresar los más inquietantes pensamientos. Esos que a veces, ni siquiera conoces hasta que los escribes o los dices. Las palabras son mi don, mi libertad, el tesoro que me impide decaer, rendirme. La literatura no tiene límites, ni necesita coartadas. Pueden prohibirte, incluso encarcelarte, pero el pensamiento que expresa nuestro lenguaje, las palabras que salen de nuestra boca, que escribe nuestra mano, vuelan libres y son capaces de esconderse y esperar su momento. Nadie puede destruir las palabras, porque hay muchas, y se utilizan una y otra vez, y crecen y se reproducen y nunca mueren. Están en cada uno de nosotros, archivos vivientes. Y se envían, y se mezclan y se traducen y se editan y se graban. Las palabras no mueren nunca, aunque el olvido las relegue a un rincón llenas de polvo, surgirán en la mano de algún poeta, o volverán en los libros clásicos. Y yo leeré a Cervantes o a Quevedo, entenderé lo que escribían, y seguirán vivos.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Llueve

Hoy llueve. Detrás de la ventana suenan las gotas golpeando el cristal. Me encanta ese sonido, y el olor de la tierra mojada. La lluvia significa para mi una vida distinta, un corazón más alegre. No se porque, pero siempre he pensado que mi mundo estaba en climas más lluviosos, y también mi naturaleza se muestra más conforme con la calma de los días nublados, con la tranquilidad espiritual del sonido rítmico de la lluvia.
Ha amanecido y sigue lloviendo. Respiro porque creía que era un sueño. Pero desde la ventana veo el suelo mojado y el salpicar de las gotas sobre el asfalto. Hoy será seguramente un buen día.

martes, 2 de octubre de 2007

Pendiente

Es curioso como apartamos la mirada de lo que no queremos ver, o, como en nuestro caso, no hablamos de lo que no queremos. Tenemos un tema pendiente. Tu lo sabes igual que yo. Y mientras no lo aclaremos las cosas no serán igual que antes. Tal vez no quieras que lo sean, en cuyo caso sería mejor terminar de una vez. Yo si quiero.
Y piensa de nuevo en aquel domingo, piensa, porque seguramente tus impresiones no son las mismas que las mías. Yo también tengo dentro resquemor y creo que me fallaste. Lo mejor sería aclararlo entre nosotras. Si no lo has hecho, lee el texto titulado "Caminar juntas". No tenemos prisa, pero tampoco tiempo que perder.

Otro lunes

Ya se que me repito. Y que hoy, encima, no es lunes. Pero esto mio es un sentimiento, no le busquéis lógica. Estoy de lunes, que es como estar de luto por el fin de semana. El tiempo es relativo, y estas 8 horas que me paso en el trabajo me duelen en el alma. No es tiempo perdido. Estoy produciendo para mi empresa, para mi país, para el mundo. Supongo. Aunque no se hasta que punto es importante mi grano de arena. Pero ese no es el tema. El tema son las rejas que caen cada mañana a las 7,3o y no se levantan hasta las 15,30 h. Es un mundo. El reloj no corre y la cabeza y las manos se saturan. Me pregunto si mis compañeros están igual que yo. Pero creo que hay gente que no se lo plantea. Quizá yo antes tampoco, pero ya son 30 años. Más que las condenas perpetuas. Y aún me quedan 15 años, al menos, para la jubilación. Y tampoco quiero que pasen rápido. Quiero vivir. Pero mi nombre está en la hoja de cálculo de la organización mundial. Y tengo mi vida compartimentada como el resto de los ciudadanos afortunados, que tenemos televisión, dvd, canales satélites, coches, vacaciones de verano... Quizá el precio que pagamos es excesivo: la libertad.