miércoles, 10 de octubre de 2007

La paella

Son las 14:43 h. y huele a paella en mi oficina. Ahora no me quiero bajar del mundo, quiero subirme en la paella. Son los jefes, que celebran (la palabra les va al pelo) las juntas en la oficina y comen aquí para no perder el tiempo. Son comidas de trabajo, pero para los que estamos trabajando y no comemos son ratos penosos, sobre todo a estas horas en que el estómago es totalmente autónomo. En fin, es la lucha de cada día, de la que tanto hablo, pero con azafrán y pollo. Y con granos de arroz por todas partes. Mañana aún habrá algunos en la moqueta y en las rendijas de los sillones de la sala de juntas. Y oleremos a paella durante varios días. Los conductos del aire acondicionado repartirán por toda la planta los efluvios del arroz y lo revolverán una y otra vez por esta moderna oficina que no tiene ventilación. El mundo sin ventanas. Bueno, me voy, que me llaman que hay paella de sobra. Siempre sale el sol.

No hay comentarios: