domingo, 30 de diciembre de 2007

Nubes negras

Llevo unos días hecha polvo. No estoy bien física ni anímicamente. No se que me pasa. Por un lado llevo unos días con unas molestias en la zona del pecho, debajo del esternón y en el estómago. Supongo que serán problemas de vesícula o algo así. No sé. Tampoco quiero ir al médico, estoy tratando de que se me pase comiendo muy suave. Pero aunque esto influye mi mayor problema es la desapasionada tristeza que se aloja también en el pecho, en el mismo sitio que el dolor. Es como una nube que se aloja dentro de ti y se extiende por las venas, los músculos, las extremidades. Las cosas se ven negras, te vienen recuerdos que quisieras olvidar e ideas malsanas, destructoras de las ilusiones y de la propia vida. Salir de esa situación es difícil, pero no imposible, solo que cuando me pasa me hundo y no tengo ganas de luchar. Y lo peor es que esa sensación siempre me acecha, vive conmigo aunque me deje en paz muchas temporadas, más cuando estoy muy ajetreada. Pero en cuanto mi mente siente que tiene tiempo para ella, que el continuo batallar cesa un poco, los negros nubarrones aparecen, sin perder tiempo. Que difícil es vivir así. Con el miedo a esa red que te aprisiona el alma. Solo espero que se aleje de mi lo más posible, porque no puedo vivir con ella.

sábado, 29 de diciembre de 2007

La familia

Muchas veces hablo de la poca familia que tengo, pero tampoco es así, tengo familia, como todo el mundo, pero por circunstancias diversas, no aclaradas, o porque mi carácter tiene entre sus fallos el deseo de la soledad, o mejor, del no querer, he ido perdiendo contacto con muchos de ellos. De algunos me siento responsable, de otros víctima. Pero la verdad es que siempre he pensado que no tenía mucho que ver con la mayoría de ellos. Quizá me sienta superior, o quizá no nos entendemos. Soy egoísta y no quiero que nadie me moleste, ni me de quebraderos de cabeza o me haga sufrir. Solo lo indispensable. El resto no lo quiero. Por eso tengo tan poca familia, porque la mayoría la he perdido en el camino. Lo peor de todo es que no me arrepiento. Lo que tengo me basta, y si no me basta, da igual, ya no hay remedio.

Otra canción en Navidad

Estimado Alejandro, siguiendo las pautas de nuestra relación he decidio escribirte una nueva letra, no muy desgarrada. Pero es como me ha salido. La puedes poner música y cantarla, peinado para atrás, como estos últimos días en que estás tan guapo. Gracias por servirme de terapia.
He mirado con ojos envidiosos
a la mujer que quieres
He llorado los días que has pasado
prendido a su cintura
Pero el tiempo que todo lo termina
ha acabado con tu amor
y ahora me toca a mi.
Mírame con ojos de hombre
enamorado,
déjame soñar con tu pasión
sobre mi cuerpo.
Bésame con besos de fuego
que me incendien
que prenda mi corazon ilusionado.
Porque hoy por fin
tu serás mio
Lo he visto en tus ojos adorados
econtrarás en mi lo que nunca has encontrado
el amor sin demandas
el hogar anhelado.
Olvida a esa mujer que te engañó
olvida a todas aquellas que has amado
Yo te daré el cielo en cada noche
te haré feliz como nunca has esperado.
Y si un día te vas
o yo me marcho
Nos quedará el recuerdo más hermoso
habremos conocido la pasión.
Lo de siempre, trompetas, traje de charro y a cantar.

Cumpleaños de papá

Hola papá. Hoy es tu cumpleaños. Hablo en presente porque siempre estás conmigo. El 29 de diciembre es un día triste, pero normal. Las cosas se van pasando. La tristeza no es por tu muerte en si misma, sino por no tenerte cerca, poder hablarte, contarte las cosas que te contaba, contar contigo para todo, como antes. Ahora soy más fuerte y no puedo recurrir a nadie como cuando vivías. Tu siempre estabas, eras mi padre, pero también mi alma gemela. Cuanto te quería, papá, cuanto te quiero aún, cuanto te querré siempre. De vez en cuando aún te lloro, como ahora, porque las cosas no han vuelto a ser iguales. La vida te va quitando lo que más quieres y tienes que seguir viviendo, seguir riendo, seguir luchando. Y además con el tiempo olvidas. Aunque yo recuerdo perfectamente tu cara, tu sonrisa y tu cariño. Me siento cerca de ti, papá, te quiero.

Si volviera a nacer

Todos tenemos algo que olvidar. Yo desde luego. No soy de las que dicen que si volvieran a nacer repetirían todo lo que han hecho, incluso los errores, porque eso es parte de su vida, de la persona que son ahora. Pero hay que estar muy seguro de quién eres para decir eso. Yo no. Si volviera a nacer cambiaría muchísimas cosas. Ahora mismo no logro recordar tres o cuatro que quisiera que no cambiaran. Mi familia y mi amor por ellos. Algunas otras cosas no controlables no me preocupan demasiado. Por ejemplo mi vida laboral, bastante mejor en general que el resto de mi vida. Pero la persona que soy, algunas de las cosas que he hecho y la mayoría de las que no he hecho por lo que soy, o por como soy, se han perdido para siempre sin posibilidad de retorno. Que tristeza tan grande. Y cuanto pesan los errores, cuantas cicatrices dejan en el alma, ese secreto que guardas en lo más profundo y de vez en cuando asoma y te vuelve a hacer daño. Secretos de los que soy la única culpable. Siempre me he sentido responsable de los hechos, aunque no sabemos cuanto de normalidad hay en nosotros. Pasamos por la vida como seres normales, ciudadanos confiables, pero dentro de nuestras cabezas quién sabe que bulle, que fantasías, que miedos, que deseos. No confío en los hombres ni en las mujeres. Ni en mi misma en situaciones de supervivencia. ¿Que seríamos capaces de hacer por salvarnos nosotros?. La banalidad nos cubre. Y olvidamos lo que en realidad somos bajo un manto de posesiones materiales o de vanidad. El primer mundo, el que perpetúa los daños y los cubre de luces y brillos. Estoy sola, pero aún peor, estoy sola conmigo misma, y me doy miedo. Llevo a mis espaldas muchos años de pequeñas culpas, de pequeñas y grandes desilusiones, de heridas, de razones perdidas, de sueños enterrados sin explorar, de ilusiones aplastadas por su propio peso. Si volviera a nacer, tendría tanto, tanto que cambiar, tanto que aprender de nuevo, tanto que vivir. Si volviera a nacer sería una mujer distinta, al menos al principio. Luego quién sabe, tal vez las historias se volvieran a repetir una y otra vez, como en un bucle imposible de sortear. En definitiva da igual, porque aquí estoy, y esto soy. No hay posibilidad de volver atrás.

jueves, 27 de diciembre de 2007

Instinto

La vida es un instinto, realmente, sino, no se que hacemos aquí aguantando los días y las noches. Caminamos, pero realmente pocos vamos a alguna parte. Solamente el amor a los demás tiene objeto, pero esto es como pedir buena voluntad en la tierra. Vamos solos, aunque estemos rodeados. Y hay que ser fuerte para no dejarte hundir. No dejar que te atrape la marea de la tristeza o de la depresión, llámese como se quiera. Ese puño que te aprieta el corazón y te quita las ganas de todo. Se que tengo que luchar, salir adelante. Siempre lo hago, pero me cuesta. Solamente tener la cabeza ocupada me salva, pero también me cuesta, porque cuando estás así no se tienen ganas de vivir.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Feliz Navidad

Feliz Navidad. Han desaparecido los pobres de las calles. Supongo que unos habrán huido hacia el calor de la costa de levante, y otros estarán recogidos en los albergues municipales. Han subido muchos los precios. El pollo asado y el vino de tetra brik se han vuelto productos de lujo. En el museo del jamón ya no hay vagabundos. Los top manta si siguen comprando allí su cena, sin vino, solo pollo y solo medio, con pan. Necesitan recuperar fuerzas después de la continua carrera entre policías y ladrones. Feliz Navidad. La gente corre de tienda en tienda con los niños de la mano. Buscan, supongo que algo buscan, algo importante porque sus caras reflejan nervios, ansiedad. Los niños por la mañana saltan excitados y por las tardes arrastran los pies con los ojos llorosos porque se les ha volado el globo. Feliz Navidad. Los ancianos y los perros permanecen en casa. Salir es una lucha en la que solo hay perdedores. Las calles son de ida o vuelta, no se puede andar a trasmano. Hay que ir con la riada o perecer. Los autobuses no dan a basto. Las colas en las paradas son infinitas, parecen una atracción más. Feliz Navidad. El Corte Inglés brilla y desprende música y buenas intenciones. Acuden en tropel a ver sus muros adornados, sus historias contadas navidad a navidad y a escuchar sus mensajes subliminales. Feliz Navidad, la fiesta ha comenzado.

Amargo

Apenas recuerdo nada desde que llegamos. Puedo relatar sin lagunas los tiempos anteriores a nuestra llegada, cuando vivíamos en la tranquilidad de un pueblo frió que recibía cada fin de semana a los pasajeros huidos de la gran ciudad. Puedo recordar la escuela y las fiestas en la plaza. Y el crecer del tiempo y de mi altura. Pero todo se vuelve difuso cuando pienso en Madrid. Vinimos, si, pero no recuerdo nada excepto el coche en la carretera. Y luego, como en un salto, el llanto de mi madre. Una casa nueva y mi madre llorando en todas las habitaciones, pasando suavemente la mano sobre las colchas, sentada con la cabeza gacha en la mesa camilla. Después, dejó de llorar, pero su boca se convirtió en un rictus apretado y desagradable, amargo. Mi padre estaba a veces con ella, y también lloraba, pero poco a poco lo dejé de ver. Se debió marchar. Yo hubiera hecho lo mismo de haber podido. Esa casa triste no dejaba entrar el aire ni la luz. El ambiente era irrespirable. Si yo no hubiera estado muerta, tampoco lo habría podido aguantar.

lunes, 17 de diciembre de 2007

Libertad

Dentro del espíritu y en lucha con la razón se ciernen sobre mi las dudas. No quiero seguir rodeando el molino, no quiero levantarme cada mañana con el mismo odio, prefiero la libertad y volar como vuelan los pájaros sobre la hierba crecida, o las gaviotas sobre el mar.
Que felicidad, abrir las alas y lanzarte contra el horizonte. Avistar el verde intenso o el azul brillante como si fueran los paraísos perdidos donde anidarás esta noche.
Me busco mi alimento, como ellos, mi pan. Pero mis días y mis noches son el fondo de un lago seco y cuarteado, el sedimento de una vida árida, de un cuerpo del que no brotan ramas.
Pero la cuerda que me ata a la tierra va destejiendo sus nudos y me suelta y lloro con el llanto del alivio y del temor a lo desconocido. Abriré las puertas, los portones, todas las barreas de la tierra que habito, todas las bocas de gente que quiero y les haré beber el aire de la libertad, la lluvia que calmará su sed y el fuego que entibiará sus cuerpos. Y entonces se sentirán libres porque tendrán en sus manos su propia vida y con el salitre del mar olerán la hierba mojada. Terminarán para todos los tiempos de cólera. Y las cadenas caerán rotas sobre el suelo y anclarán en él vacías, llegarán a formar parte de esa tierra pero no se asomarán traidoras sobre los surcos del camino. No nos atraparán de nuevo, os lo prometo.

Comida de empresa

El pasado viernes tuvimos en mi empresa la tradicional y perpetuada comida de Navidad. Hacía dos años que no iba, pero esta vez, por diversos motivos decidí ir. Es en realidad un celebración de semi-boda, con varios platos que llegan a la mesa medio fríos y muy hechos. Poco de todo y mal hecho, aunque la calidad no fuera mala. Y además, con prisas por echarnos. El restaurante Currito de Madrid, al que yo he acudido en otras ocasiones y siempre con satisfacción, nos dio una comida ramplona y como ya he dicho sin ningún cuidado en la confección. Y me consta que el menú costó más de 100 € por persona sin copas, ni cava. Pero bueno el hecho es la celebración, es decir, la hipocresía de las rencillas sonreídas de mesa a mesa, de los abrazos llenos de buenos deseos con el puñal escondido tras la espalda. De los sitios guardados, de los guetos. Es una fiesta que solo puedes aguantar tras una panoplia, un estallido de fuegos fatuos alimentados por la envidia y el rencor. Es el triunfo de los besos de judas. Es, en fin, una representación en la que la mayoría, probablemente, no querría estar. Pero entre la costumbre, la comida gratis, el que dirán los jefes si no voy, o incluso como excusa para no ir a casa, la gente se apunta y bebe mientras observa de reojo las mesas de alrededor, la colocación de los compañeros dice mucho de la prosperidad de algunos y de la caída de otros. El año que viene quizá me de un descanso de nuevo. Es mucho para mi ir cada año a este festejo de brillos caducados, de corrientes voraces. Y no es que yo sea mejor que los demás, es simplemente que reflexiono sobre ello, hay otros que no piensan en ello, las cosas son como son, y ya está. La historia está ya escrita para el próximo año.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Amigas mias de la cincuentena

Estimadas amigas, y amigos. Ya puedo considerarme mayor. Hasta ahora me iba dando margen, los cuarenta son una buena edad, aún eres joven para casi todo, o al menos estás dentro del círculo del poder: puedes encontrar trabajo, tener hijos, enamorar y enamorarte, aún apenas tienes achaques.
Pero en los cincuenta comienza la dura realidad. Las canas ya son serias. La piel está cansada y el espejo no te devuelve nada bueno. Ya no pareces más joven. Y por dentro tampoco. Los hombres quizá lo tengan un poco mejor, pero en definitiva todos entramos en la cuesta abajo. No es que no tengamos buenos años por delante, todos son buenos, sino que las cosas son diferentes, estás de alguna manera al margen. Te vuelves invisible. Te aferras a los años pasados, te cuidas más, pero nada es suficiente. Esto es serio.
Miro a mi alrededor y mi círculo familiar y de amistad y en el trabajo hay muchos en mi situación, o un poco peor o un poco mejor. Los que hemos crecido juntos nunca nos veremos como somos realmente. Pero ya hay varias generaciones por detrás de nosotros y empezamos a descontar los años para nuestra jubilación. El tiempo corre cada vez más deprisa, cada vez es menos benevolente. En abril cumpliré 51. Me siento de mediana edad, que es un eufemismo del umbral de la vejez temprana. Quizá en estos momentos vea la botella medio vacía y las cosas puedan mejorar, pero no se como. No obstante, queridas amigas, en un placer envejecer juntas.

He vuelto

Cuantos días sin entrar. Demasiados. He estado de vacaciones y realmente he perdido mucho el tiempo haciendo tramites, cumpliendo obligaciones. Lo que menos me gusta, pero es lógico porque ya sabéis que soy indisciplinada y vaga. Pero hoy es domingo y mañana vuelvo al trabajo. Además será un día tremendo. Tengo que hacer varias cosas a la vez, e incluso estar en varios sitios. Ya saldré por algún lado. No hay que exagerar las cosas.