jueves, 31 de diciembre de 2009

Más de Navidad

Voy a comprar el pan y las cosas de diario y me encuentro con una mole de gente que se mueve a oleadas de un lado a otro, como en bloque, de tal forma que es imposible caminar en línea recta, o torcer por las calles al libre albedrío. Además, llueve y entre los paraguas y las capuchas la visión se reduce peligrosamente, de modo que si te incorporas a un grupo decidido, puedes acabar en el punto extremo contrario de tu destino original.
Ayer opté por cambiar mis horas de paseo con mi perra, pero desconocía que iban a realizar varios ensayos previos a la noche de hoy, Noche Vieja, 31 de diciembre. De modo que el 30 de diciembre, cuando bajé a la calle, sobre las 9 de la noche, me encontré con policias haciendo controles, cortando calles, con olor a champán, una música que en vez de oírse, ensordecía y grupos de jóvenes que acudían como hormigas a la Puerta del Sol. El último y definitivo ensayo tuvo lugar a las 12 de la noche y fue acompañado de petardos, borracheras, un murmullo que sube desde la calle a mi tercer piso como si estuviera solidificado y que forma una barrera que apenas permite abrir las ventanas. Después de unas horas de cánticos, explosiones, arrastrado de contenedores, meadas y vómitos (parezco una vieja reaccionaria, cuando solo soy una vecina encarcelada) pasan los coches de limpieza, más ruido, más sobresalto. El silencio y la tranquilidad dejaron el barrio a principios de diciembre, las calles no conocen la soledad de las madrugadas ni el lento trascurrir de los amaneceres. Aquí nunca se duerme.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Cambios

Paseando por la calle Arenal, en medio de la marabunta me he encontrado en el suelo una blackberry. Tiene una foto en la portada, pero está bloqueado. He sacado la batería para encenderlo, pero tiene pin. De modo que la propia seguridad del teléfono me impide ponerme en contacto con su propietario/a. Es una disonancia habitual en nuestros días. El teléfono se protege a si mismo hasta su muerte en las manos de un extraño. No se si se podrá entrar de alguna manera, o quizá intente liberarlo y usarlo en el caso de no poder encontrar a su dueño/a. De todas formas no creo que sea rentable, dado que tendría que comprarme un cargador, tal vez una conexión usb, y además ni se usarlo ni me interesa. He llegado al punto en que las cosas me interesan en si mismas, por ejemplo un teléfono para llamar, un cámara de fotos para hacer fotos y un mp4 para oir música. Todo podría hacerlo con un aparato como la blackberry, pero lo veo complicado, quizá porque aunque me apunté hace mucho, no nací en la era digital. Antes todo era más sencillo, menos accesible, rápido, pero mucho más terrenal. A menudo me pregunto que hacía yo cuando no existía internet si ahora me paso la mitad del día metida en esta ventana al mundo. También me gustan los relojes para ver la hora y las plumas para escribir, remansos de un pasado que no creo que pueda terminar, aunque estoy pensando en comprarme un dispositivo de lectura de libros digitales, que me permitan ahorrar papel, espacio y me dejen aumentar la letra ahora que tengo la vista cansada. Una disonancia personal. Siempre he amado los libros, no solo lo que contienen, sino los oficios relativos, impresor, corrector, encuadernador, y del mismo modo, los elementos que lo componen, papel, tinta, a veces cuero..., incluso su olor.
Pero los tiempos han cambiado y a pesar de todo yo también he cambiado. Supongo que será para bien.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Navidad 2009

Hoy si que quiero bajarme del mundo, de esta algarabía sin sentido que camina a ciegas por mi calle de camino a la Puerta del Sol. Se distribuyen cruzándose los unos con los otros en busca de la felicidad navideña, de los gorros de alce, las orejas de Miky Mouse o el gorro de Papá Noel. Y debajo de los disfraces sus caras desencajadas muestran el cansancio de un año que termina con las compras, con las desaforadas ansias de comprar comida, regalos, felicidad...
Yo no puedo subirme al carrusel, porque me falta gente. Demasiadas historias tristes, demasiadas ausencias. Mi arbol de Navidad ha sido podado y sus ramas son escasas, y no dará frutos en primavera.
Papá, tios, Mariano, lloro por no teneros, por sentir dolor al recordaros, porque la vida nunca será igual, incluso, aunque vengan buenos tiempos, nada será igual.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Es curioso

Desde que empecé este blog ha pasado un tiempo crucial en mi vida. Durante este tiempo he pasado de ser una persona en constante conflicto conmigo misma a aceptarme y a no cuestionar si soy como quiero ser o como soy, con mis defectos y mis virturdes. He comprendido que no tengo que satisfacer a nadie, que los que me quieren son los únicos importantes, que estar tranquila y a gusto conmigo misma es la mejor forma de vivir. En este periodo he dejado de trabajar y aunque el paro crea incertidumbres he ganado en todos los aspectos. El trabajo te convierte en otra persona que debe actuar como le ordenan y debe competir por su espacio y su futuro. Somos los seres humanos en general hojas que el viento mueve de un lado a otro. Ni la sinceridad, ni la justicia, la independencia o la amistad se contienen en la libertad limitada de los trabajadores por cuenta ajena. Yo me he liberado y me siento muy bien.
Con este preámbulo trato de explicar porque ya no escribo casi en el blog, porque no lo necesito. Antes era una terapia que me hacía deshacerme de mis demonios, de mis dudas. Ahora soy una persona tranquila, que no piensa en lo que debe o no debe ser, en si es mejor o peor, porque soy, como básicamente la mayoría de la gente, buena, normal, porque no tengo las presiones de mi lucha interna y del asalariado. Es curioso.