Muchas veces hablo de la poca familia que tengo, pero tampoco es así, tengo familia, como todo el mundo, pero por circunstancias diversas, no aclaradas, o porque mi carácter tiene entre sus fallos el deseo de la soledad, o mejor, del no querer, he ido perdiendo contacto con muchos de ellos. De algunos me siento responsable, de otros víctima. Pero la verdad es que siempre he pensado que no tenía mucho que ver con la mayoría de ellos. Quizá me sienta superior, o quizá no nos entendemos. Soy egoísta y no quiero que nadie me moleste, ni me de quebraderos de cabeza o me haga sufrir. Solo lo indispensable. El resto no lo quiero. Por eso tengo tan poca familia, porque la mayoría la he perdido en el camino. Lo peor de todo es que no me arrepiento. Lo que tengo me basta, y si no me basta, da igual, ya no hay remedio.
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