Hoy he descubierto que los conductos reglamentarios son aleatorios. Por ejemplo, un conducto reglamentario para mi puede no ser igual que para otros. Es posible que no sea objetiva, según me dice un conducto reglamentario cuando se lo hago ver. Porque en mi empresa, los conductos reglamentarios tienen nombre y apellidos, orejas y boca y categoría laboral, en muchos casos recientemente elevada. Y no solo eso, porque los conductos reglamentarios funcionan de ida y vuelta, es decir, que son conductores de información. Podrían llamarse centro informativo de la dirección. O centro de difusión de rumores para el personal.
Bueno, que es miércoles y hoy juega el Madrid, así que vamos a dejarnos de ironías. Esto, al fin y al cabo es cosa de siempre. Así que me he puesto de buen humor y he trabajado bastante hasta media mañana, momento en que he bajado a visitar a una compañera para intercambiar impresiones. Hay que estar al día. La información es poder. Nosotras mantenemos una pequeña red de confidencias, al fin y al cabo nos enteramos de todo, aunque nunca por conductos reglamentarios. Existen varios requisitos para pertenecer a esta red:
- Estar atentas y observar las reuniones y migraciones.
- Ser malpensadas.
- Oír. Oír es fácil en esta oficina sin intimidad, dicen que moderna.
- Ser malpensadas.
- Ver quién sale, sube, entra, baja...
- Ser malpensadas.
- Las diversas audiencia de la gerencia
- Ser malpensadas
- Observar los besos y tocamientos matutinos
- Ser malpensadas
Y luego un poco de sal y ligar los ingredientes.
Algunos se maravillan de nuestra capacidad de elucubración. Pero somos mujeres, y por tanto superiores neuronalmente. Digo naturalmente.
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