miércoles, 26 de septiembre de 2007

Veleta

Sigo la cadencia del viento, como una veleta. Soy al fin y al cabo un ser sin ancla. Vivo al borde de un abismo negro, el de la muerte, que me llama con su voz desinflada, que me ofrece paz. Siento vértigo, porque la altura es grande y el salto infinito. Sin vuelta atrás. Sin equipaje para llevar al menos todo el amor que dejo. No son muchos los que me aman, pero los que me aman lo hacen desde un corazón grande, herido, pero capaz de amar sin condiciones. La balanza se inclina peligrosamente. ¿Que me retiene en este mundo loco?, que poco deseo seguir viviendo. Me cuesta tanto avanzar. Arrastro mis pies y siempre acabo donde no quiero ir. Donde las sonrisas falsas adornan el ambiente enrarecido. Donde los amigos tienen la fecha caducada. Sin embargo, ese amor que me retiene tiene el color azul de un cielo claro, el amarillo intenso del sol en los tejados blancos del sur. Tal vez si aguanto un poco el viento cambie y la veleta gire. Tal vez señale un horizonte abierto, una pacífica isla donde descansar mi cuerpo y mi alma, donde encontrar el equilibrio y perder el miedo a seguir viviendo.

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