Que mono. Dos días sin blog. Y todo por la intervención no solicitada de telefónica que me ha dado de baja con mi operador. Ha logrado lo que por otras vías es imposible, con la simple particularidad de que yo no lo he pedido. En fin. Ahora me encuentro sin conexión ADSL y me tengo que dar de alta de nuevo. Con mi antiguo operador Orange, que ha cambiado las condiciones de mi contratación cuando ha querido (aunque cada vez va más rápido y no me da apenas problemas). O con telefónica que me hace una oferta especial por el error cometido. ¡Que buenos son!.
En fin que esto de los operadores telefónicos es como la Iglesia Católica, una vez que te apuntas no puedes dejarlo. Hay muchas personas intentando apostatar y parece imposible hacerlo. Cada baja supondría una pérdida económica para la Iglesia. Además de una pérdida de su poder social. Reconocer que hoy en día hay gente que se quiere dar de baja del catolicismo es contemplar la posibilidad de producir altas en este mercado persa de las religiones que hoy en día se anuncian en nuestras calles y pueblan nuestros barrios.
Las iglesias siempre a la búsqueda de las almas perdidas, en el sentido más literal. Almas que no encuentran a que asirse en este mundo sin valores éticos, sin espiritualidad. Donde se alimenta el cuerpo y se desarrollan los músculos visibles, pero donde no se cuida la esencia que nos compone, la que nos permite vivir en este mundo sin ser asolados por la angustia, sin caer en las depresiones. Estamos perdiendo nuestra capacidad de adaptación en un mundo en que todo se nos hace fácil menos mantener el bienestar mental.
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