Nos deshinchamos como un globo. No hay más medallas. Cada vez queda más lejos el oro y el bronce de los primeros días. Volvemos atrás. La euforia da paso a ese sentimiento de injusticia que nos hace perder cuando merecemos ganar. La mala suerte, los jueces... Cualquier alternativa es válida. Pronto saldrá el PP diciendo que todo es culpa de Zapatero. Hace un par de días que no salen ni los príncipes.
Por lo demás todo es estupendo. Deporte de alto nivel para hartarse. El problema es que no conozco a los participantes. Solo a dos o tres y las competiciones tienen un interés menor. A mi me gusta ir a favor de alguien, o mejor aún, ir en contra. Es mucho más divertido y más amplio. Me pasa con el Barcelona. Siempre quiero que gane el otro.
La decepción pues, cunde. La verdad es que somos buenos y obtenemos buenos resultados. Quizá la medalla es la catapulta a la gloria, pero el deporte, como ya hemos dicho, necesita de todos, de los ganadores y de los perdedores. De los soberbios, y de los humildes, sobre todo de los humildes.
Pobres Príncipes, sin trabajo no pueden legitimar su estancia en China, parece que están de vacaciones en vez de en misión oficial de mascotas.
Hasta mañana.
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