miércoles, 13 de agosto de 2008

Pekín 2008 Día 4

Ya ha ocurrido. Me he olvidado de escribir la crónica de ayer, y tengo que escribirla a primera hora del día 5. Pero en realidad da igual. Las Chinas siguen haciendo piruetas en la pantalla y yo no me entero. No retengo los nombres ni las caras. Y los uniformes, excepto el chino, que yo siempre confundo con el español (por rojo), no son facilitadores de la identificación: tantos países, tantos uniformes sofisticados, tan pocos colores en el espectro.
Hoy apenas he visto momias o dobles de personalidades. Se ve que solo aparecen en las finales mediáticas y ahora hay muchas eliminatorias. De todas formas he vuelto a ver al franquista embalsamado reconvertido en espíritu y estandarte olímpico. El Sr. Samaranch sigue en los primeros asientos de las tribunos, espacio vedado para los mortales como nosotros. Tampoco tendremos nunca coche oficial y chofer. Resignémonos.
El día de la inauguración, si vi a Putin (con el mando a distancia de la guerra de Georgia) a Bush, con su mujer despeinada, ambos muy deportivos. Estaban allí todos los príncipes y principesas que alimentan los sueños del proletariado. Elegantes, y sin sudar. No se si serán los genes de la sangre azul, o que la tribuna tenía aire acondicionado.
Nuestra parejita siamesa está por allí. Como ya os dije van con el uniforme oficial español, los dos iguales, cada día alterna la diversa ocupación: blanco y rojo, rojo y blanco. Si no los conocéis, os diré que son un hombre alto con cara de bobalicón y una mujer bajita y muy delgada con cara de enterada. Ella no habla, el tampoco, pero tiene asignado el papel de portavoz de la pareja. Y su discurso es claro: España, España, España, la familia real con España, la familia real que da suerte a España, la familia real que es deportista y estupenda, y lo satisfechos que estamos todos los españoles que los vemos por la tele de que ellos sean nuestros príncipes y de las medallas que ganamos en Pekín.
Claro que empiezan los nervios. Día 4 y dos días sin medallas. En fin. Voy a ver a las chinas saltando, que son verdaderamente impresionantes.

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