Ayer iba caminando por Sol, con mi perra, viendo a la gente ajetreada, ir de un sitio para otro como hormigas buscando el hormiguero. Había estado hablando con mi prima Ana, que tiene problemas en el trabajo, problemas de saturación, de exceso de trabajo, de falta de ayuda, de apoyo. También hablé con mi hermano sobre mi cuñada, que tiene un problema de ansiedad asociado a su trabajo, que ha comenzado a primeros de enero. Los problemas son distintos, como mi caso, que también lo es. Pero en las tres subyace el problema común de la obligación de ganarnos la vida por encima de nuestras preferencias, de nuestras necesidades personales, de nuestra visión interior, etc. Es decir, nos colocamos sobre patrones en los que no encajamos, a una le tiran las costuras, a otra le está largo el traje y a otra, simplemente, no le gusta el color, pero ninguna se vestiría con esa prenda si pudiera elegir.
Cuando iba caminando por Sol desee poder ser feliz en mi trabajo. Desee llegar cada mañana con ilusión ante la aventura de desarrollar y hacer cosas nuevas. Pero las 8 horas de rutina, de luchas subterráneas, de incomprensión, de falta de motivación pueden con ese sueldo que a final de mes suponer la diferencia entre vivir con comodidad o malvivir. Siempre se habla de esa gente que gana mucho dinero pero no tienen tiempo para gastarlo. Pero el problema contrario, tener mucho tiempo y poco dinero es peor. Las cosas sencillas de la vida, como pasear, leer, o simplemente ver la televisión, charlar, no parecen cosas importantes, no parecen merecer el gasto de tu tiempo, pero verdaderamente son lo único que nos puede salvar. Contra esa cadena perpetua que supone el trabajo diario solo podemos llenarnos por dentro de valores e ideas, fabricarnos un airbag interno que nada ni nadie pueda estallar. O impregnarnos de una pátina de aceitoso líquido que deje escurrir hacia el suelo todos los comentarios dañinos, o malsanos.
Chicas, si pudiera aliviaros, pero si no puedo hacerlo conmigo misma, como podría ayudaros a vosotras. El futuro es incierto, pero no es eterno y no se porque nos preocupa tanto si no podemos comprarlo. Deberíamos disfrutar ahora que todavía podemos. Pero estamos pendientes de la seguridad.
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