domingo, 13 de enero de 2008

Benazir Bhutto

Benazir Bhutto  ha muerto asesinada. Es algo que cualquier vidente de tres al cuarto hubiera podido predecir. Cualquiera de nosotros lo hubiera podido hacer. Al fin y al cabo es el destino de los "profetas" de buena parte de esos países legendarios que forman parte del medio y lejano oriente. En concreto Pakistán y la India, países grandes, ricos, influyentes internacionalmente al menos por sus dimensiones y población, donde la mayoría de la población apenas sobrevive. En este panorama surgió la figura de Benazir, la primera mujer musulmana al frente de un país, elegida democráticamente. Una mujer hermosa, instruida, con carisma. Una mujer que ocultaba bajo un velo etéreo, normalmente blanco una cabeza muy bien puesta sobre los hombros. Pero como muchos de sus conciudadanos y la mayoría de los integrantes de estas estirpes de poder populista de los países del indostán, consciente de la necesidad, o del sino, de morir como martir. Es parte de su biografía, de su destino vital. Ya han nombrado al nuevo martir, su hijo. A no tardar demasiado le veremos morir. Poco importa la mano asesina, casi siempre bajo el manto de la traición. Poco importa la forma.
Pero de la muerte de Benazir lo que más me sorprende es la poca repercusión entre nosotras, las mujeres de su/mi generación que la vimos en su día como modelo de resistencia, de empuje, de mujer que sin renunciar a sus principios era capaz de aglutinar a un pueblo (alejado de los principio democráticos y de la igualdad de géneros) a su alrededor. Las circunstancias políticas en Pakistán nunca han sido claras y los cambios políticos han sido producto de golpes militares o planificados por una democracia corrupta. No creo en todos los pecados de Benazir, pero en realidad eso me da igual, porque ella abrió puertas, liberó prejuicios y llevó a su país a las esferas internacionales, a la curiosidad del resto del mundo. Extendió sus fronteras más allá de esos límites geográficos que tantos disturbios crea con la vecina India.
El subcontinente indio cuenta con una cuarta parte de la población mundial, y su densidad de población es siete veces superior a la media mundial. Su situación política global siempre es preocupante y desde luego el papel de la mujer en esta zona es bastante precario. Benazir fue una especie de rayo de esperanza, del despertar de las minorías, de los desfavorecidos.
Cada granito de arena vale. El mundo cambiará o su destino es facilmente predecible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dice usted que no cree en todos los pecados de Buto,es mas,dice que le da igual...eso lo dice todo acerca de su subjetividad sobre el asunto al respecto,y por supuesto,le quita todo interes a su articulo.