
Mi querida Ana, me haces volver sobre Alejandro. Me has dicho que leyendo mi blog se ve que me gusta. Tienes toda la razón, me gusta. Pero además he construido con el unos buenos momentos. No se si serás capaz de
entenderlo o si seré capaz de explicarlo. La vida es rutinaria,
difícil, y yo siempre he tenido la suerte de poderme evadir, casi a voluntad. Lo hacía en el colegio -así me iba, en vez de escuchar a los profesores montaba en
bici con
Eddi Merck, o era la novia de un jugador del Madrid-, en los medios de transporte -incluso en mi coche, no hace mucho me
tragué una barrera en el
parking del
Hipercor del Campo de las Naciones-, e incluso en el trabajo. Siempre he construido vidas paralelas a la
mía. Hacía tiempo que había olvidado volar de esa manera. La madurez, la falta de tiempo... Pero un día no se lo que pasó. Un compañero me dio dos discos piratas de Alejandro. Ya lo he contado. Y comencé a
oírlos en el coche. Y poco a poco me fui
interesando por esa voz maravillosa. Ni siquiera sabía ni quién era, ni como era. Un día me metí en
internet y encontré todo tipo de información sobre él. Sus fotos no me gustaron al principio -me pasó como con el pulpo-. Tampoco me gustó su estilo personal, ni su vida. Está en las
antípodas,
también lo he dicho ya, de lo que me gusta de un hombre. Pero le di el beneficio de la duda. No tengo porque creer todo lo que se cuenta de él. Y realmente solo me importa como canta, y que cuando le oigo con el
MP3, en mi oído, directamente en mi cabeza, a veces me hace estremecer. Me llega su voz. Y si, me hace soñar con cosas que nunca tendré. Espero que me entiendas. Quizá todas las mujeres me entiendan. Soy una mujer moderna, independiente, y estoy contenta de mi soltería. Vivo estupendamente y solo me aguanto a mi misma. Quiero decir que no me cambiaría por una mujer que dependa de un marido y de unos hijos, esclava de su casa, de una relación que pasa del amor al odio con la sazón del tiempo y la rutina. Pero supongo que mi atavismo me traiciona y a veces no puedo evitar pensar en otra vida. Tener un compañero. Apoyo. No imagino grandes cosas, solamente un vida distinta: un hombre que me quiera de verdad, una vida más llena, un pasado dulce y un futuro con promesas de hacerme vieja con el, compartir los problemas y las alegrías, sentirme abrazada cuando la vida me duela. Estar tan unida a un hombre que yo sea el centro de su vida y el del mio. Y si además, es guapo y tiene dinero, hija
mía, no hay color. Por eso he
elegido a Alejandro: porque habla suavemente, porque canta bien, porque es tímido en su vida real -¿le has visto hablando ante un micrófono?. Se queda sin palabras-, porque tiene una vida intensa, porque es cariñoso con todo el mundo, agradecido, y porque parece capaz de amar completamente. También bebe, es mujeriego, un poco presumido, caprichoso... Pero todos tenemos defectos. Y una cosa. ¿Sabes que le ha regalado a su novia, trece años más joven que él? Ni joyas, ni casas, ni coches. Le ha regalado unos pechos nuevos. En realidad no se si el regalo ha sido para ella o para el. Pero ves, a esto me refiero. No me gusta la cirugía estética, pero para gustar a un hombre como el, cualquiera se metería en un quirófano. En fin Ana, que todo es una tontería, un sueño de
jovencita, de la
jovencita que hay dentro de mi, y que siempre estará ahí. Creo que tengo esa suerte. Fíjate si será de
jovencita que ni siquiera incluye sexo. No me hace falta, lo que quiero es amor, compañerismo, un sueño imposible en la vida real. No es que no me parezca un
bombón -sus fans le han puesto nombre a esa parte de él que no hemos visto nunca, la ¡¡anaconda-!!, es que ¿para que incluir en este sueño inocente aspectos que podrían ser verdaderamente
frustrantes?. Y además, tiene una boca, una sonrisa... Bueno, paro ya, que me extiendo y me emociono. Dentro de un tiempo, probablemente, acabaré harta, pues no oigo más que canciones suyas. No quiero
oír a nadie mas. Solamente escucho alguna canción de Andrés
Calamaro, que me parece la antítesis de Alejandro:
cantautor, comprometido, humilde, interesante... bebedor, mujeriego y un poco canalla. Pero no me hace soñar. No se puede mandar en los sueños.