viernes, 11 de marzo de 2011

Ánima

No era el único. Entre jirones, su mente recordaba siluetas iguales a la suya recortadas por la intensa luz blanca. Podría haber sido un sueño, excepto porque su cabeza registraba instrucciones y de su muñeca colgaba una máquina de fotos. Había recobrado la conciencia sabiendo. Era simple. Retratar a la gente mirando a la cámara. La primera fue su esposa. Clic. La pantalla reflejó por un instante su bello rostro, hasta que se convirtió en una especie de humo que quedó fijado en la foto. Ella calló. Fue entonces a por sus hijos. Retrató sin sentir nada las sonrisas desdentadas y las miradas confiadas. La pantalla reflejó el humo y cuando levantó la mirada hacia sus hijos vio en sus ojos el mismo vacío que velaba los suyos. A la hora marcada abrió la cámara y sacó de su ranura el depósito de almas. Lo metió en la nevera y se sentó a esperar. Sin alma, no hay prisa.
Texto enviado al primer certamen de microrrelato de ciencia ficción artgerust http://www.artgerust.com/certamenes.php

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