Anoche fui a verle al Palacio de los Deportes. Tenía cierto miedo de que verle en directo fuera un poco desilusionante. Pero todavía estoy en éxtasis. Más guapo, simpático y con una voz que atronaba el Palacio y que nos dejaba con la boca abierta. Cómo canta y cómo sonríe. Estoy loca por él, mi sueño sigue. No hay derecho a no tener derecho, ni un ratito, a tener un hombre como él. Deberían crear parques temático en los que pudiéramos vivir sueños, como en aquella película de Suarzeneguer (no tengo ganas de buscar como se escribe). Claro que me pasaría el día soñando. Me consuelo pensando que cuando baja del escenario será como todo el mundo, un hombre a lo mejor caprichoso, u obsesionado por su trabajo, o demasiado mujeriego. Pero me da igual, si pudiera probarlo... Alejandro, por dios, cántame al oído.
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