martes, 18 de mayo de 2010

Pepe Blanco, dimisión

Querer engañarnos tratando de hacernos ver cuan sociales son las medidas planteadas por el Gobierno para bajar el deficit, cuan solidarias, supone llamarnos tontos delante de nuestras propias narices.
He oído decir que la presencia de Pepe Blanco, el pasado sábado, en un programa de gran audiencia televisiva -la Noria, Tele 5- fue un un ejercicio de valentía. En él, nuestro excelso ministro de fomento, hizo un ejercicio didáctico digno de un parvulario o de una dictadura, elijan.
Con una voz alta y clara y mirándo a los ojos de los televidentes tras la cámara, nos hizo ver lo ignorantes que somos, que ni siquiera sabemos lo que nos conviene. El nos lo dijo. Nos explicó que el Gobierno ha tomado esta medidas "sociales" porque eran imprescindibles. Pero que no nos preocupemos, que no pasa nada. Ellos nos cuidan.
Pero sin embargo, no nos explicó porque estas medidas no eran imprescindibles hace dos semanas, por ejemplo, antes de que los buenos colegas europeos de nuestro Zapatero -los de más peso, al menos- y Obama se las dictaran y exigieran.
Cualquier persona podría ver que para tocar el gasto se puede ahorrar en subvenciones a numerosas instituciones y empresas relacionadas con la sanidad y educación privada, a colectivos dudosos o inútiles, algunos de ideologías cuestionables... y en cositas tan del gusto de los poderosos -cuanto más de medio pelo mejor-  como los privilegios: coches oficiales con chofer, viajes, comidas y cenas en los mejores restaurantes, y estética, mucha estética -me refiero a los retoques de imagen del propio Gobierno-,... y se puede, sin duda, ahorrar mucho en sueldos de altos cargos, diputados, concejales, alcaldes... Todos aquellos que son cabeza de ratón. Ah, y se me olvidaba, ¡lo que podríamos ahorrar en asesores!
No se, creo que todo tiene un orden, primero las personas y primero los que menos tienen. Es curioso que estas medidas sociales, tan solidarias, no toquen a los ricos. Bueno, solo si son funcionarios o pensionista. No se si habrá alguno.
Sin embargo, Pepe Blanco nos lo explicó todo bien, solo que yo no me enteré. Es fácil, como ese señor al que tuvo que explicar que las pensiones no bajan, que se quedan igual. Que susto.
No soy funcionaria ni pensionista. Pero soy parada. El 3 de junio se me acaba la prestación. En dos años no he recibido ni una sola oferta de trabajo. Solamente me han llamado para asistir a cursos que ya había hecho -bueno había algunos de soldador o encofrador que no- y paripés de citas para prepararme psicológicamente para las entrevistas de trabajo que no he tenido. Estas empresitas nacen de esos chanchullos de subcontratación de empresas que hace la Comunidad de Madrid y que nos cuestan tanto dinero que va a parar a manos privadas. Si sirvieran para algo... En la última me dieron unas fotocopias para rellenar encuestas por Internet. No se gana dinero, pero te dan puntos para concursos.
Tengo 53 años, mujer... en este mundo laboral que han construido, ¿quién me va a querer?
Pero bueno, espero que Pepe Blanco, que al parecer tiene aspiraciones de sustituir a Zapatero, me lo arregle. U otro cualquiera.
Pero que no me tomen por tonta. Que me fijo, y veo que todos hablan igual y dicen lo mismo. Que casualidad, el mismo tono didáctico en todos. Que pena.
Yo he votado siempre socialista. Ahora pienso abstenerme. Aunque los temo, ni siquiera me preocupa que gobierne Rajoy y la panda del Gurtel. Lo que más me preocupa es oír a Mª Teresa Fdez. de la Vega, a José Antonio Alonso -cuanto más confiabas más te defraudan-, a Salgado, al ínclito Pepe o a la insustancial Leire -que poca verdad hay en toda ella- el mismo discurso, el de !que tontos sois, que no sabéis lo que os conviene!
Mientras, los buitres empiezan a rondar al propio Zapatero, en un partido en el que huele a rancio, porque aunque se renovó la primera línea los de siempre siguen en el mismo sitio. Y lo que más duele, esos renovadores ilusionantes de la primera fila, se agarran ahora con todas sus fuerzas a sus sillas, dispuesto a decirnos cualquier cosa por permanecer en ellas.
El sábado, he de confesarlo, solo resistí unos minutos el discurso de Pepe, porque me dio náuseas. Náuseas de su falsa humildad, de su falsa mirada solidaria que trataba de llegar a nuestros ojos a través de las cámaras, náuseas de su voz, de su discurso mentiroso... Cobarde.
Pepe Blanco y sus compañeros de Gobierno son cobardes, porque no supieron enfrentarse a la verdad y ahora han obedecido la voz de su amo sin pestañear, mientras pasaban por encima de todo aquello que nos habían contado antes. Y más cobardes aún porque no tocan al rico, ni al poderoso: bancos,grandes constructoras agazapadas esperándonos, petróliferas, telefónicas, energéticas... solo al´trabajador, tan controlado... ¡que sigan vendiendo coches!
Pero las perspectivas son estupendas. Somos un país en la cumbre. En la cumbre de los problemas económicos y laborales, hasta tal punto que parecemos -cuanta grandeza- capaces de desestabilizar a Europa y en la cumbre de los países democráticos que inhabilitan a los jueces que investigan los crímenes franquistas. No somos garante de la democracia, sino de la impunidad franquista.
A veces me parece que vamos para atrás. Espero que Pepín me lo explique.

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